El fénix que se tornó azul- Por Juan Diego Salcedo Acevedo



El Fénix que se tornó azul. 


En una tierra lejana, donde los humanos dejaron de existir, encontramos a Félix el príncipe de las aves de fuego.
Por cientos de años, su familia ha dominado el trono, y por otros cientos, muchos los han odiado. Félix tenía la vida que cualquier niño de su edad podría desear y mas allá de cualquier bien material, él era feliz porque tenía una hermosa familia.
 Los rebeldes que odiaban la corona, entraron al palacio y querían acabar con todos, no tenían piedad, no obstante los fieles siervos del rey se aseguraron de mantener con vida a la reina y a los legítimos herederos.
Desde la colina en la cual cazaba con su padre, el joven príncipe vio como las llamas arrasaban con todo, más no tuvo opción que ser fuerte y proteger a sus hermanas y a su madre.
 Pasaron los meses y Félix consiguió resguardarse en una pequeña aldea que tiempo atrás fue salvada por el rey, más día a día recordaba en lo más profundo de si mismo el día que su padre había muerto. La aldea se volvió hogar y todos ellos disfrutaban el estar allí. Cierto día muy casualmente un caballero llegó a dicho lugar y con su gran encanto cautivó a la madre del príncipe; él sospechaba mucho de aquel caballero, pero con la sensación de volver a sentirse amada, la reina no hizo caso. La noche gris llegó y con lágrimas en los ojos vio partir a su madre envenenada con las cualidades del caballero misterioso. Por un lado, amaba a su madre y estaba feliz, por el otro, odiaba al caballero por quitarle lo que más amaba.
Por mucho tiempo, el joven fénix sufrió, fue humillado y conoció lo desconocido por salvar a sus hermanas, más, cada día sentía como la llama de fuego ardiente que en su interior yacía se iba apagando. Cierto día Félix tuvo que emprender una enorme travesía hacia la ciudad de los mil caminos y allí aprender a ser un caballero para vengar su reino, de camino pasó dificultades, corrió peligro y fue moldeando su carácter de tal manera que al llegar a la ciudad, ya no necesitaba ser entrenado.
Con valentía marchó junto a los fieles siervos de su padre y luchó por recuperarlo todo, en medio de la batalla una flecha atravesó su corazón, haciéndolo caer al piso.
En ese paso entre lo mortal y eterno, por primera vez en años vio a su padre junto a su madre, él asumió que ella estaba muerta, lo cual le dio más motivos para dejarse ir, más fue tomado de su antebrazo y escucho de las dos personas que más amaba la siguiente frase:
 “Arde, levántate y toma lo que por derecho es tuyo, aún no debes venir con nosotros” 
Tales palabras, tan profundas, tan llenas de significado y con el poder de hacer retumbar su corazón, animaron al príncipe el cual con una llama ardiente se levanto del piso y marchó hasta conquistar nuevamente su reino. Sin duda el joven rey no sólo surgió de la nada, no sólo despertó su espíritu que por años había decaído, no, no fue así, al levantarse de lo más bajo, sus llamas a las que se acostumbró por años, se tornaron azules y como símbolo de nuevo comienzo, el rey de los fénix no sólo cambió su destino, sino el color de la luz con la que resplandecía a los que lo rodearon y hasta el último de sus días fue el mejor rey de toda la dinastía.


Juan Diego Salcedo Acevedo
2020

Imagen tomada de: https://aminoapps.com/c/wok-breakoftime/page/item/ave-fenix-azul-mascota/vz44_7BiWI1DP8jGa0KRYDKM7MnnK2Y4lB

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